La Anita

Durante mis ya 22 años, Anita siempre fue la principal atracción de mis cumpleaños. Cada año cumpliamos al pie de la letra la tradición. Después del colegio, me pasaba a buscar y nos íbamos a la Pizza Nostra (¿el ristoranti italiano?)de 11 de septiembre. Ahí ella pedía una lasaña o canelones y yo, como buena nieta mamona le copiaba el plato y lógicamente el jugo de frambuesa. Siempre me contaba la misma historia, pero porque yo se la pedía; esa de cuando mis papás iban una vez a la semana a ese restorant y que ese mesero era el que los atendía. Después lo llamaba y le preguntaba si se acordaba de la pareja que en los ochenta eran sus clientes frecuentes y él nos decía que sí, que Mónica y Alejandro eran muy simpáticos y bla bla bla. Entonces mi abuela me presentaba como la hija de ellos y ahí quedaba la cagá, postre (tiramisú) y café invitado por el mesero tela.
Después la segunda parte: la tarde entera comprando ropa en Almacenes París de 11 de sept. Yo sabía que tenía que entrar al probador y que cuando saliera ella estaría sentada en el sillín de la que cuida el lugar, conversando con ella, probablemente fumándose un Advance.Ahí estábamos horas hasta que salía con la tenida completa, zapatos y gorro siútico. Todos pensaban que como era tan apegada a mi abuela, sería tan fifí como ella, pero no fue así. Eso, claramente no quita el hecho de que la adore y la siga admirando como siempre.
Ayer la Anita no me llamó, porque ella ya no se acuerda de estas cosas, en un rato la iré a ver pero aun no decido si le digo algo o no, pero da igual, porque le llevaré un pedazo de torta y le diré que la otra semana podríamos ir a la Pizza Nostra, yo creo que se va a poner muy feliz.