La verdadera casa de locos

Los dueños de la "casa de locos"

"Mona, tu casa es demasiado disfuncional", es la frase que escucho cada vez que veo a una amiga. Ella no logra entender que siempre que entra a mi pieza estén la Pacha, la Emilia o la Kiara durmiendo en mi cama, que mi patio sea un verdadero desastre. La falta de leche y la abundancia de cervezas en mi refrigerador, la ensordecedora música metalera de mi hermano que se escucha desde la esquina, la puerta rallada de mi baño o que sea marzo y el árbol de pascua siga en el living.

Ante esta afirmación mis risas no demoran, porque a estas cosas claramente no le encuentro la extrañeza. Las perras en mi casa son más importantes que cualquier otro familiar. Mi patio está muerto por lo mismo, 3 animales haciendo de las suyas en el pobre y casi inexistente pasto es algo lógico. A ninguno nos gusta la leche y sí nos gusta la cerveza. Mi hermano es metalero entonces obviamente tiene que escuchar su música y ante esto tanto a mi mamá como a mí si bien al principio fue un suplicio, ya lo superamos. Y hay que asumirlo, desarmar el árbol es una soberana lata, sobre todo cuando nos demoramos toda una tarde en encontrarlo un 23 de diciembre, fecha en la que los árboles ya están vendidos y el esfuerzo que nos demandó hacernos el ánimo navideño fue superior a nuestras pocas ganas de guardarlo. Lo mismo pasa con la piscina que muchos años se ha quedado hasta junio en el ya demacrado patio.

Aunque en esta semana me han perturbado algunas cosas. Mi molestia sé que se debe a que ahora, de vacaciones, tengo todo el tiempo para vagar por ella y puedo notar sus fallas, que asumo que son varias, pero que no se compara a lo entretenido que es vivir en ella. Cada casa tiene sus cosas, sus costumbres que llegan a ser ritos y meterse en ellos puede ser un gran problema. La mía puede ser algo disfuncional, pero no me imagino viviendo en otra. Porque simplemente es la mejor.

Las fotos: Emilia con cara de perro, porque así es señores, es un perro. Pacha jugando a ser un fantasma. Y Kiara con Emilia, la primera con su chaleco y la segunda con mi polera escolar